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Cayla and her family

Cayla

"Pensándolo bien, pedir ayuda en un momento difícil indica fortaleza en vez de debilidad."

Ahora que lo pienso, el cáncer siempre ha entretejido un hilo silencioso en la relación que tengo con mi esposo. Jordan y yo nos conocimos en un crucero por el Caribe. Yo estaba en el último año de la universidad, pasando las vacaciones de primavera con unas amigas. Jordan y su familia iban en el crucero a esparcir las cenizas de su padre, que acababa de fallecer de leucemia. Nos gusta decir que John, su padre, fue quien nos reunió. Incluso nos comprometimos cerca del lugar en que él descansa. A los cinco años de conocernos nos casamos en Sarasota. Tres años después nació nuestra hija.

En la mañana en que ella cumplía dos años, Jordan recibió una noticia de esas que nadie quiere oír: el diagnóstico de cancer de tiroides. Nunca es buen momento para enterarse de algo así, pero saberlo al tiempo en teníamos a una nena de dos años llena de energía y yo estaba en el octavo mes del segundo embarazo hizo que fuera muy difícil de procesar. ¡Había tanto potencial, tanto de qué alegrarnos! Al cáncer nunca le importa nada de eso.

Hacia el final de ese embarazo supimos que yo necesitaría una cesárea. Dos semanas antes del nacimiento de nuestro hijo, Jordan tuvo una operación en que le extirparon la tiroides. Como sucedían tantas cosas al tiempo, necesitábamos ayuda. Por fortuna pudimos contratar a una persona para que nos ayudara con el bebé de noche. Además, confiamos en familiares para que llevaran a la escuela a nuestra hija, la recogieran después de clases y la cuidaran cuando necesitábamos ayuda adicional.

Antes de los últimos dieciocho meses, pedir ayuda era intimidante: como si fuera un signo de debilidad o una carga para los demás. Pensándolo bien, pedir ayuda en un momento difícil indica fortaleza en vez de debilidad. Procesar el diagnóstico de cáncer es difícil. Cuidar a un recién nacido es difícil. Criar a una niña de dos años es difícil. Jordan y yo nos vimos obligados a reconocer los límites de nuestras capacidades.

Aceptar ayuda nos dio energía para centrarnos en tareas esenciales, como asistir a citas médicas y satisfacer necesidades básicas del hogar. Me permitió pensar en cómo me sentía al tratar de procesar una vida entera de cambios que habían sucedido a la vez. Y les permitió a otras personas contribuir de una manera valiosa a nuestro bienestar, lo cual también es importante.

Nunca me había sentido tan cerca de mi esposo, de mi familia ni de nuestro sistema de apoyo que durante el proceso difícil de tratamiento del cáncer al que nos enfrentamos juntos. El cáncer es difícil para cada persona afectada. Agradezco que no lo hicimos más difícil de lo que era necesario. Al mantener la receptividad y pedir ayuda nos dimos el apoyo que tanto necesitábamos en un momento muy difícil.

En Moffitt se ofrecen grupos de apoyo en los que usted puede hablar con personas que han tenido cáncer. Si desea más información, visite Moffitt.org/Gruposdeapoyo.

Esta historia se publicó originalmente en el boletín informativo ENLACES. Visite Moffitt.org/Enlaces para leer más historias y más información.