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Un día una de mis colegas se me acercó y me dijo: «Te ves muy bien; ¡has adelgazado muchísimo!». Poco se imaginaba ella que yo no había adelgazado a propósito. Habían pasado unos meses después de enterarme de que a una familiar mía le habían diagnosticado un cáncer que le dijeron que no iba a sobrevivir. El adelgazamiento fue el resultado de mi apoyo a ella y demoEsther Marshalstraba que yo había dejado de cuidarme a mí misma.

Nada le prepara a uno para noticias como las del cáncer. No teníamos orientación sobre qué hacer ni nada con qué compararlo. Inmediatamente entramos en modo supervivencia. Ella se enfrentaba a muchas decisiones que le iban a cambiar la vida rápidamente, mientras yo me dedicaba a investigar e intentaba aprender sin demora para ayudarla. Me conecté plenamente con cada parte de su camino por medio de las citas, los tratamientos, los análisis clínicos y las pruebas por la imagen, confirmando que comiera, que se tomara los medicamentos y que se organizara. Mi cabeza planificaba y se preparaba por las noches (lo cual significa que no dormía), mientras que mi corazón estaba a su lado durante el día.

Ya se hacen una idea de lo que les explico. Es posible que usted esté en una situación parecida donde todo lo que sabe hacer es dar todo lo que tiene mientras la otra persona lucha por su vida. No hay nada malo y es una lucha loable. Conserve las dos cosas, pero añada tiempo para cuidar de sí mismo.

Pensando en este camino que emprendimos juntas, sé que no lidié bien con ello. Mi vida era un caos en aquella época. Ahora sé que aunque le ayudó, ella estaba preocupada. Como cuidador, considere dedicar tiempo a recargar su batería personal. Coma, duerma y aparte ratos para respirar y hacer alguna actividad que le vigorice, porque les será provechoso a los dos.

En Moffitt, ofrecemos muchos servicios para ayudar a los cuidadores, incluido el Grupo de apoyo para familiares y amigos. Si desea más información, visite la página de los Grupos de Apoyo o llame al (813) 745-8407.