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James Ridley
superviviente de cáncer de próstata

Albert Einstein dijo: «No podemos llegar a lo que queremos ser mañana a menos que cambiemos nuestra forma de pensar hoy».

Yo no sabía que esa frase me iba a cambiar la vida. Todo comenzó en el otoño de 2018, durante un chequeo médico habitual. Las cosas iban bien hasta que me dijeron que tenía la concentración del antígeno prostático específico en 50. En ese momento sentí que me quedaba sin respiración. El médico me explicó que la concentración del antígeno prostático específico en una persona de mi edad debería estar alrededor de 3.5 y que un valor de 50 era muy alto. De inmediato llamó a un urólogo y me programó una cita ese día. En el transcurso de una consulta médica pasé de ser un hombre sano —lleno de energía y entusiasmo, y en excelente estado físico— a ser paciente de cáncer de próstata.

Fui a ver al urólogo y él me recomendó una biopsia. Cuando me explicó en qué consistía, me sentí indeciso y esperé tres semanas antes de programarla. No tenía síntomas ni signos. Después de la biopsia, el informe de anatomía patológica indicó una puntuación alta de Gleason, con lo cual se confirmó el cáncer de próstata. El urólogo me aconsejó actuar con mucha rapidez, antes de que la enfermedad se extendiera. A los pocos días volé a Ohio para hablar de mis opciones de tratamiento con mi familia y pedirles que oraran por mí.

James Ridley rings the bell after treatmentEstaba en un estado de negación total. Meses después fui a consulta con varios urólogos distintos. Todos me dijeron que actuara con rapidez y recomendaron una prostatectomía radical —extirpación quirúrgica de la próstata— cuyos posibles efectos secundarios yo no estaba dispuesto a aceptar. Recordemos que yo nunca había tenido una operación ni me había enfrentado antes a las dificultades que causó la COVID-19 en 2020. Siento mucho reconocer que seguí retrasando la operación un año más.

No espere para hacerse el tratamiento. Incluso si no tiene síntomas, haga algo al respecto. No se guarde el diagnóstico. Al comentarlo se sentirá mejor y su familia, también.

En 2021 decidí finalmente volverme defensor de mi propia causa y comencé a investigar minuciosamente para ver si había alternativas aceptables a la operación. Esperaba que hubiera una intervención con menos probabilidades de causar efectos secundarios importantes, en particular, la impotencia o la incontinencia. Un amigo me llamó y con él hablé de las cuatro opciones principales de tratamiento del cáncer de próstata. Nos decidimos por una muy interesante, que era indolora. No se trataba de una operación invasiva y la tasa de éxito que había tenido en miles de pacientes a través de muchos años era comparable a la de la operación (el método de referencia). Descubrí también que con este tratamiento los efectos secundarios a largo plazo eran mínimos si se presentaban.

Programé una cita con un urólogo de UC Health, en Cincinnati (Ohio). Durante la consulta el doctor Redmond me dijo que la concentración del antígeno prostático específico había aumentado aún más. La buena nueva era que el cáncer aún estaba localizado o encapsulado. Él recomendó además que una opción de tratamiento en colaboración podría consistir en venir a Moffitt Cancer Center, ya que vivo en Tampa. Mi compañía de seguro médico consideraba a Moffitt un «centro de excelencia», lo cual me convenció del todo.

Esta fue mi señal de alerta. Un amigo mío había muerto de cáncer de próstata y yo sabía que tenía que encontrar un equipo médico en el que confiara. Me reuní con el doctor Levine de Moffitt, que trata muy bien a sus pacientes. Me habló como si fuera mi amigo y se interesó por conocerme. Se dio cuenta de que me había demorado mucho tiempo en tomar una decisión y dijo que me ayudaría a ejecutar un plan.

Yo tenía confianza absoluta en sus consejos y me sentía cómodo con el plan de acción que proponía. Además, me dijo que el pronóstico era bueno. Ordenó pruebas de imagen para verificar que el cáncer no se hubiera extendido y los resultados mostraron que estaba estable. El médico me ofreció colaborar con los médicos de UC Health en el plan para que yo recibiera el tratamiento con el apoyo de mi familia. Con este equipo ideal ya constituido, yo me sentí listo. Eso me dio un valor inquebrantable para continuar. Recibí 28 tratamientos de radioterapia protónica en Ohio sin preocupaciones de que hubiera efectos secundarios. Al escribir esto puedo decir con alegría y gratitud que ya no tengo cáncer. ¡Y la concentración del antígeno prostático específico es de 0.6!

Si usted lee estas líneas y está en negación sobre un diagnóstico de cáncer —como yo lo estaba—, esto es lo que debe saber: todo gran atleta tiene un entrenador. El entrenador ve cosas que el atleta no ve, pero si el atleta sigue las instrucciones, puede lograr la victoria. El cáncer de próstata no es un juego, porque nunca se sabe cuándo hará metástasis. Los hombres de raza negra tienen más probabilidades de morir de este cáncer. No espere para hacerse el tratamiento. Incluso si no tiene síntomas, haga algo al respecto. No se guarde el diagnóstico. Al comentarlo se sentirá mejor y su familia, también. Ahora me entusiasma ir a mis citas trimestrales con el doctor Levine, en quien confié para que me salvara la vida.

En la Nochevieja de 2021 pude dar testimonio en la Iglesia Bíblica. Lo peor que usted puede hacer es continuar en estado de negación. Cuando tenga dudas, llénese de fortaleza imaginando que da testimonio de su caso ante un grupo, como lo hice yo.

Si le preocupa el riesgo que corre de tener cáncer de próstata, si ya ha tenido una elevación del antígeno prostático específico o un tacto rectal anómalo, o si presenta ambas cosas, comuníquese con los oncólogos de Moffitt para hablar de las medidas que se deben tomar. No se necesita remisión médica para pedir una cita en el Programa de Oncología Genitourinaria. Llame al 1-888-663-3488 o llene una solicitud de cita para paciente nuevo.